Querida Persona Desconocida, ¡¡ah!!, soy un idiota. Me ha vuelto a pasar lo de mi locura de olvidar todo y romper a llorar. Me lo tenía que haber esperado porque, como ayer fue bueno, hoy tenía que pasarme algo malo. Es mi sino perverso, las cadenas con las que las brujas del destino atan mi alma. Lo único que me anima es que ahora Laika se quedó conmigo.
Te preguntarás como sé que pasó así y te respondo que primero, que por que lo sé y ya está, y segundo, porque me lo dijeron mamá y Carlos. Ya sé que, como locura, el que a veces te apagues y te pongas a llorar tampoco parece tan grave; pero ¿y si me pongo peor y creo que mamá es de los malos y los demás también y los mato a todos como si fuera un zombi? ¿Y si me da por creer que soy una foca y me tiro al mar y me muero congelado y ¿si me empiezo a hacerme daño a mi mismo?
Conocí a una niña que lo hacía… Era Odga.
Hay miles de destinos horribles que me acechan y… pero lo peor no es nada de eso, es que a veces me siento estropeado o, peor, como que tengo dentro un monstruo que está a punto de salir.
A veces, cuando éramos siete familias, hacíamos una fiesta y todo el mundo era feliz y yo quería ser feliz como los demás, pero no podía. Solo quería que todo se acabase porque era como una tormenta de palabras. Pero la tormenta era solo para mí, los demás lo estaban pasando muy bien y no sé que me pasaba (y me pasa). Es como si jugara a carreras con heridas en los pies pero nadie se diera cuenta y pensaban que si no me divertía era porque estaba enfadado o algo.
Pero no, es que no podía divertirme, no me gustan las fiestas con mucha gente. La verdad es que me angustiaban. Ahora que somos solo cinco estoy tranquilo.