Querida Persona Desconocida, los días de noviembre no son los mejores para ir de pesca y este tampoco ha sido de los peores, la verdad. Hemos desistido de disponer nuestra línea cebada de pesca. Por supuesto tampoco hemos hecho nada con respecto a nuestro viaje a Berra.
En vez de la pesca, nos hemos concentrado en limpiar el búnker y en convencer a Sargento Mamá que no hay ninguna necesidad de pasarnos una noche entera durmiendo en el búnker, con el frío que hace hay dentro, que era lo que quería mandarnos. Si tenemos que escondernos porque vienen los malos pues vamos, pero ir solo para estar preparados pues no.
--Sois unos imprudentes, --nos dijo junto con otras admoniciones de ese estilo que dicen las madres.
Entonces yo tuve una respuesta genial, una con la que casi la convencí --¿y enfermarse no es también algo imprudente? Si quieres yo voy voluntario, pero Carlos está débil y Andrea se enferma mucho. --Me parece muy bien.
Ahora escribo esto dentro del saco de dormir, lo más cerca posible del fuego para no congelarme. Es un búnker muy bonito si te lo quieres creer. Quisiera quejarme pero no serviría para nada. Voy a llamar a unos fantasmas para jugar a sustos. Espero que me mientan llamándome listo, inteligente y muy sapo. Quise escribir sabio, adiós.