Querida Persona Desconocida, Mamá encontró a Carlos lleno de sangre. Estaba en el barro, junto al árbol viejo, el que está lleno de raíces, y no respondía. Mamá lo recogió y lo llevó corriendo a casa. ¡Y eso es increíble! Quiero decir, ya no es un bebé.
Carlos tiene un chichón, la ceja rota, (otra vez) y raspones por toda la cara. No lo dice, ni se lo diré yo a Sargento Mamá, pero seguro que fue por su locura. Si Carlos tiene malos recuerdos corre con los ojos cerrados. No sé por qué lo hace. Creo que juega contra la muerte o algo. Como que le dice a la muerte: "A que no me pillas, cara de tortilla". Es muy infantil y estúpido. Pero es mi hermano y se me caen las lágrimas por dentro, porque tengo que disimular…para que mamá no... ya te imaginas. Es muy duro, perdona por decírtelo.
Ahora está en la cama, jugando a las cartas tranquilamente con mamá y Andrea a su lado. Laika también está aquí. Yo estoy sentado en su cama, escribiendo esto. Con mucho cuidado para que no lo lea nadie.
Te escribo que estamos angustiados por si se muere esta noche. Nadie lo dice, ponemos máscara de sonrisa, pero tenemos miedo. Podría pasar, todos lo hemos visto, incluido Carlos. Alguien se lleva un golpe muy fuerte en la cabeza, parece que no es nada, pero luego se duerme y no despierta. En "el mundo de ayer" los llevaban al hospital, hoy tenemos que ser fuertes.
Una cosa es cierta, el verano no está llegando. El sol me parece ya el personaje de un cuento. Llueve, este es el resumen del día, llueve y sopla el viento que hasta las focas parecían molestas. No me extraña que los monjes eligieran este lugar. Aquí solo se puede trabajar, estudiar y rezar; por lo menos mientras dure el invierno. Rezaré.
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