Hoy limpiamos el búnker. Es nuestro refugio secreto, camuflado en un sitio de la isla. Para entrar tienes que saber dónde está. No es fácil de descubrir y tenemos trampas que no te puedo decir por si los orcos pillan este diario. Lo fabricamos con sacos de tela reciclada llenos de tierra natural. Luego, lo reforzamos con cemento, que trajimos a la isla la segunda vez que vinimos.
Nuestro búnker tiene dos habitaciones: una para la gente y otra de almacén para la comida y el material de supervivencia. Pero nunca te gustaría estar ahí. Es frío, húmedo, y tan oscuro que no ves lo feo que es.
Cuando terminamos Sargento Mamá dio una orden sagrada --Tengo que deciros algo. Las latas que hay aquí no se pueden tocar, nunca Aunque os duela de hambre. Son las últimas que tenemos y las necesitaremos si tenemos que escondernos.
Nadie se quejó, ya había dicho otras veces cosas parecidas, pero esta vez es peor porque no nos queda más reservas. Es lo que cacemos, pillemos y cosechemos, nada más. Y eso en invierno será muy malo.