Querida Persona Desconocida, sigue la tormenta y sigue nuestra paz. No sé cómo puede ser. Será porque este refugio tiene todas las ventanas de cristal sin romper y la lluvia canta con ellas: sua, pesua, sua pesua, sua pesua...
Me busqué un sitio para dormir cuando vinieron mis lágrimas y me quedé sin recordar lo que pensé, como otras veces cuando me ataca la melancolía. Sé que lloré porque mi cara estaba húmeda y había restos de mocos en mi jersey.
Esta es mi locura, para que la sepas, QUERIDA PERSONA DESCONOCIDA, me pongo a llorar y estoy como dormido, solo que llorando y no sé lo que pasa ni me acuerdo después. Otros piensan que mi locura es la de jugar con mis amigos fantasmas, pero no lo creo, porque solo es jugar y, aunque a veces no sé si es verdad o es mentira, siempre estoy muy tranquilo, como si fuera verdad y aprendo cosas que no podría aprender de otra manera.
Mi locura de apagarme y llorar es mala, estoy hecho un muñeco de trapo cuando despierto, me entra angustia, como cuando tienes mucho miedo, pero no sé de qué tengo miedo. Además, puede ser peligrosa en momentos inconvenientes. Por ejemplo una vez con los malvados "pañuelos rojos" ---que son unos orcos que se ponen trapos rojos en la cabeza para ser más machotes--- me quedé llorando sin moverme y mamá me tuvo que arrastrar dentro de una madriguera abandonada. Cuando me sacó estaba lleno de tierra, arañazos y garrapatas, pero ni me dolía, ni estaba triste. Ni siquiera me acordaba de los "pañuelos rojos", ¡pero tenía más miedo que antes!
Aunque lo normal es que me pase lo de apagarme y llorar cuando estoy muy tranquilo y todo va muy bien. Me apago y lloro y me salen mocos y a veces me meo encima y no me entero de nada, aunque me maten. (NOTA MUY IMPORTANTE: Es una forma de hablar). Mamá dice que es por estrés, pero para mamá el estrés tiene la culpa de todo, salvo de que no me lave los dientes y cosas así.
..:: La perra del relámpago ::..
Luego vino una perra a nuestra cabaña. Es delgada y joven, como nosotros, de raza parecida a un pastor alemán o algo así. Se quedó afuera llorando a ladridos para entrar. Sargento Mamá le abrió la puerta pero se quedó que si se venía o se iba. Sé que su cabeza estaba adivinando si éramos malos.
Un relámpago la convenció para entrar. Sargento Mamá le dejó acurrucarse en una esquina pero, cuando cerramos la puerta, la perra quiso irse de nuevo. Sargento Mamá entonces abrió y la perra se quedó como dudando si irse o quedarse. No es raro. ¡Podíamos ser orcos! Así que al final aceptó que la puerta se quedara cerrada. Es así, hasta las perras lo deberían saber: no se puede quedar la puerta cerrada, por los orcos malvados.
Yo querría jugar con ella, pero Andrea y Carlos son los únicos a los que deja acercarse. ¿Es que huelo a orco?