Cartas a una persona fantástica
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4. Almas

Año 881, Verano, día 4

No he querido escribirte nada estos días. Quizás porque no estaban pasando muchas cosas. No he tenido ninguna aventura. Aunque sí calma y no hay mucho que contar sobre la calma de atravesar un bosque en la diligencia cuando no hay bandidos ni goblins ni nadie te ataca. Pero hace dos días llegué a Almas, donde va a acabar mi vida.

Bueno, eso suena un poco trágico. Podría decir que comienza la segunda parte de mi vida, pero no lo veo así. Porque no puedo elegirlo, ni siquiera quejarme, no sin consecuencias. Ahora, tampoco quiero quejarme. No sirve para nada y algunas cosas de mi vida han mejorado.

Tengo muchísimas cosas que contar y te contaré las importantes. Verás la universidad no está, en realidad, en la ciudad de Almas. Ni siquiera he entrado en ella, solo la he visto por fuera y es mucho más grande que Oestia. Da al Mar Serpiente y tiene un bonito puerto, según me han dicho, aunque no es muy grande. Algunos edificios son más altos que las murallas y pude contar las cúpulas de ocho templos distintos. Pero el edificio más grande de todos, el que pensé que era un palacio, resultó ser el Gran Mercado. La podrías llamar la ciudad roja por los colores de los ladrillos de las murallas, aunque las casas son de un tono más ocuro, con detalles blancos y dorados. En fin, no pude ver mucho más, como te dije no entré.

La universidad es como una pequeña ciudad, con sus propias murallas y todo. Pero son muros bajos, simbólicos, porque por lo visto la Universidad de Almas tiene su propio representante en Eis, como si fuera otro reino o república de la Alianza Humana. Y tienen sus propias leyes y todo. Pero nada cambia para mi porque tengo los mismos-ningunos derechos que en Oestia. Pero es muy hermosa.

La universidad de Almas es tan hermosa que me hace sonreír, ¿sabes? Y todo el mundo ha sido bueno conmigo. No me han pegado, no me han insultado, no me han tratado como las personas malas tratan a los animales. Días felices, por ahora. La arquitectura es muy elegante, sobre todo el aulario, que es un palacio de muros esbeltos que trepan hasta el cielo. Y desde el suelo, como si fuera un árbol gigante, lo sostienen raices de piedra. Me han dicho que lo construyeron los elfos y, aunque a la gente le gusta contar historia de elfos de los tiempos remotos, esta vez tiene que ser verdad. No solo fuera, sino dentro también del edificio hay felices enredaderas que nacen de las paredes, ayudadas solo con riego. Algunos de los nuestros se dedican a eso, los jardineros de intarmuros, les llaman.

Yo, de momento, no tengo mucho que hacer. Solo leer un libro y hacer un resumen, que es muy raro para un esclavo, pero me dan miedo porqué son difíciles y seguro que me van a preguntar después y si lo hago mal me pasará alguna cosa horrible. Lo peor de todo es que me gusta el libro, aunque suene raro, y es que explica como usar ese telescopio gigante que tengo en el observatorio. Y eso me encanta, pero como me da miedo equivocarme cuando me pregunten ahora lo que tengo es un montón de sentimientos peleándose dentro de mi. Y eso hace que estudiar sea más difícil. Además, no tengo ningún amigo todavía. Estoy solo casi todo el rato, en mi habitación.

¡Porque tengo uan habitación para mi solo! Con ventana y todo, y si miro puedo ver el patio, las murallas y, más lejos el bosque. Y una cama grande, y me dijo uno de los sirvientes que dentro de diez días me traerán sábanas limpias. ¡Me las cambian cada diez días! Y no he visto ningún agujero en ella y la manta huele muy bien. Me gustaría que fuera invierno para usarla. También tengo un arcón para guardar mis cosas, mucho más grande de lo que necesito. Y una mesa grande, con una silla de verdad, con respaldo, que está muy cómoda. Si quiero puedo soñar que soy el hijo mediano del Amo Meídap. Aunque él nunca disfrutaría como yo de este libro. Pero tampoco tendría tanto miedo.

Habitación de Casy.
Habitación de Casy

No te lo he contado, porque soy un atolondrado con ratones en la cabeza, así que te pido perdón por no decirte todavía lo mejor. Vivo en un observatorio astronómico. La habitación donde estoy es una de las que se reservan para los estudiantes o profesores que se quedan aquí a hacer observaciones. Pero por lo visto la mía no se ha usado nunca en tres años, así que me la han dado provisionalmente. Si me levanto de noche y no hago ruido, seguró que podré mirar cómo lo usan. Se lo pregunté a una sirviente y me dijo que no se enfadarían. Por ahora me quedo en mi habitación, es más seguro, todavía no sé si aquí habrá gente mala o abusona y no lo quiero descubrir por las malas.

Mañana vendrá un profesor, el señor Campodeluz al que voy a tener que ayudar en todo lo que necesite en sus investigaciones. Va a ser como mi nuevo amo, así que quiero causarle buena impresión. Así no será malo conmigo y me dejará ayudarle a descubrir las estrellas. Lucho contra mi felicidad, por si luego todo es al revés de lo que me han dicho y solo tengo que ser su sirviente personal y trabajar sin descanso. Ahora me acabo de poner triste. Sí, seguramente será así, otra cosa serían sueños de niño. Me gustaría ser adulto y no tener estas imaginaciones que mañana me harán daño. Y ni siquiera podré quejarme ni llorar, porque sería peor. Te tengo que dejar, voy a volver al libro.