Cartas a una persona fantástica
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1. Un chico llamado Casi

Si yo fuera libre, rico y, además, supiera quién eres, podría pagar a un correo para que te llevara mi carta. Pero como ni soy un niño libre ni tengo dinero solo puedo escribir mis pensamientos en mi trozo de pizarra y hacer un conjuro mágico para que te lleguen a dónde existas. Lo malo es que ni creo de verdad que yo tenga magia, ni que nadie la tenga. Pero si te llegara eso significa que tendremos una entrañable relación de amistad, así que respóndeme aunque sea con tu imaginación.

Deja decirte quién soy, me pusieron el nombre de Casy y nací en Oestia la del lago Mial, al sur de la ciudad de Almas. Mi mamá es la cocinera principal de la casa del Amo Meídap, que es un mercader muy rico con muchas clases de negocios. Mi primer trabajo fue en las cocinas, con mamá, hasta que cumplí los nueve, más o menos. Luego Amo me mandó a la escuela para ayudar a sus hijos con los deberes y todo lo que no les apetecía hacer. Me gustó mucho mi nuevo trabajo, aunque tuve que aprender a escribir muy rápido, además de todas las otras cosas, no tenía que pasar calor en verano dando la vuelta a los asados ni aguantarme para no comer de lo de los señores, ni despertarme antes que el sol.

Mapa dividido en hexágonos señalándose cada tipo de terreno con un color diferente o un icono. Los tonos más oscurros corresponden a bosque. Los más claros con tendencia a verde humedales. Los claros con tendencia a azul mares o lagos. El marrón con tendencia más clara a páramos. El resto es llanura con diversidad de vegetación.
Mapa parcial de la región de Inframar

Una noche de fiesta en la casa, de esas en las que todos tenemos que ayudar, mi amigo Runo, entró corriendo con un traje de lacayo —Casy, te llama el Amo, —me dijo, y yo me llené de miedo.

—¿Por qué?

—Un señor invitado quiere hablar contigo.

Todos se pusieron amarillos de pena, hasta Pufy, la pillablin lavandera. Eso significaba que me quería vender. Y no había tiempo para nada. Ahí estaba yo vestido con la túnica breve más vieja y unos calzones con agujeros. Me puse el traje que me había traído Runo a la carrera y salí pitando escaleras arriba. No se hace esperar al amo Meídap, eso hay que recordarlo.

El invitado de Amo se llamaba Doctor Altastrella, catedrático en la Universidad de Almas, y yo le presenté mi sonrisa mejor fabricada y respondí todas sus preguntas, algunas eran como las del colegio, otras de pensar. Luego me contó como era la vida de los científicos de Almas, y sus trabajos para determinar la naturaleza de las estrellas, como medían el tamaño del mundo y otras muchas cosas interesantes. Y entonces pensé, me encantaría ser científico, pero me alegré creyendo que no me iban a vender. Las preguntas que me hacía no eran para ningún trabajo que le asignaran a un esclavo sino para gente libre, completamente humana sin rastro de sangre pilloblín y rica. Además era amable conmigo, educado y actuaba como si yo fuera una persona normal, lo que me hizo pensar que Amo había hablado bien de mi y el señor invitado solo quería tener una conversación agradable.

Me equivocaba, y unos días después llegó una carta de la Universidad pidiendo al Amo que me vendiera. Y el Amo le pareció tan bien que decidió regalarme. Sí, sorprendente, porque la Universidad sugería el precio de una Estrella de Plata entera por mi, más de lo que dan por muchos adultos, pero es que Amo es muy rico pero tiene algunos problemas de prestigio: regalándome a la universidad le hace parecer más honorable.

Eso pasó el día siguiente a mi cumpleaños. Por cierto tengo catorce ahora. Mamá me dijo muchas cosas para consolarme: que ya era mayor; que Amo vende a casi todos los chicos cuando cumplen quince y que tendría un trabajo de persona libre. Ya nunca pasaría hambre, ni frío, ni me pegarían con un palo si me retrasaba con algo y tendría un bonito traje. Algunas personas libres, las más pobres supongo, me envidarían.

Mamá eligió ser feliz ese día, y yo también. Elegir cómo pensamos o sentimos es nuestra única libertad; aunque a veces cuesta. Cuando Amo vendió a papá me resultó muy difícil.

Hoy, bueno, mañana tengo que coger la diligencia que va a Yiol. Allí me tengo que quedar en la posada de la diligencia dos días y luego saldremos al norte, cruzando el gran bosque hasta Cigugro y de allí a Almas.

Pero casi nunca he salido de mi barrio y menos de la ciudad de Oestia, así que da un poco de miedo. Por eso necesito escribirte, para que seas mi valor. Que no me pase nada.